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Primer acercamiento a nuestra historia Colombiana para su comprensión.

 

la perspectiva histórica colombiana está ligada a un Estado de descentralización, que está radicado relativamente fuerte en algunos sectores del país, pero que a su vez no posee mayor poder en la periferia, donde no hay una inserción de los individuos a nivel económica y política, donde tienen poder absoluto para obrar dentro de esos espacios ya que no hay un órgano de control visible. Es casi imposible que se imponga un monopolio estatal cuando las poblaciones pueden escapar a tierras más aisladas que pueden colonizar.

 

Se plantea como uno de los elementos esenciales para un Estado fuerte, la presencia de éste en la vida cotidiana de las personas, es decir, que tenga una serie de mecánicas o herramientas que le permitan estar en constante relacionamiento y articulación con la nación, las regiones y localidades más apartadas como la salud y educación, la creación de estructuras y la seguridad; de igual forma, que a su vez estos puedan tener una mayor interacción en la vida política.

 

Los cambios políticos económicos y sociedades de las regiones y las localidades modifican la vida política, social y cultural de la nación, la violencia colombiana es el resultado de la desarticulación de estos dos elementos. En Colombia el Estado no logra prevalecer a lo largo y ancho del territorio, razón por la cual se han expandido cultivos ilegales que le permiten a las personas ajenas al centro ser insertadas en un mercado, una economía, de igual forma, la justicia y la policía que son los principales veedores del orden en el país, fragmentan la autoridad infringiendo los derechos humanos como dice el autor.

 

Han habido ocho guerras civiles a lo largo del siglo XIX en Colombia, que explica el autor como procesos complejos y ambiguos que promueven acciones conjuntas de los actores locales cuyos intereses, identidades y motivaciones se adaptan a los cambios nacionales, con el fin de utilizar los recursos del orden central para su propia ventaja, tal es el caso de los paramilitares con el robo de viviendas, cultivos, con los cuales se da una desapropiación de bienes.

 

En relación a lo anterior, al ser un Estado lleno de fallas, a nivel periférico, también no se crea en el imaginario una imagen de éste como órgano de control y mantenimiento de una sociedad gracias a la inserción de actores ilegales en los medios políticos, en los que jefes de carteles del narcotráfico y de los grupos subversivos han prestado su ayuda a actores “legales” con el fin de que estos suban al poder y las regiones y localidades sean regidos bajo personas en un puesto por clientelismo político, que se generan inconformidades y no un modelo fuerte que permita articular a los individuos a la nación.

 

A pesar de que, como plantea el autor, la ausencia de un Estado por sí sola, no conduce a la violencia, sí se dan unos estados de guerra, donde el poder institucional no es soberano en regiones donde sectores amplios de la población no aceptan el control estatal o se oponen a él con armas; es así como se necesita crear una conciencia nacional como soberano y legítimo del Estado.

 

Se busca mirar una perspectiva menos negativa del Estado colombiano, una que no lo constituya como un Estado en colapso o como un fallo, sino como un Estado en formación que va integrando gradualmente nuevos territorios, donde la presencia del poder de este órgano es homogénea a las más centralizadas y no sea desigual, donde las relaciones estén establecidas desde la articulación de oportunidades políticas, económicas y sociales para los ciudadanos: la periferia necesita del centro para muchas funciones, pero éste a su vez necesita de la periferia para el mantenimiento del orden público y la legitimación electoral; donde exista una democracia.

 

Es importante tener en cuenta que para conocer el posible futuro de una nación, es necesario tener unos antecedentes contextualizados, es así como “Poder y violencia en Colombia”, nos referencia la manera en la cual la sociedad colombiana no es muy distinta de la sociedad africana y del medio oriente, puesto que tiene graves problemas de índole social, político y económico, siendo una organización social equiparada con una reglamentación del siglo XIX, es decir, pueda que tengamos muchos años de libertad colonial, sin embargo no es tanto así, debido a que aún seguimos teniendo graves problemas entre sectores políticos; así no exista el bipartidismo del frente nacional, existe hoy por hoy un bipartidismo entre los que están a favor del gobierno central y otros que desean, por sobre todas las cosas, desestabilizar lo poco y nada del legislativo que nos rige hoy por hoy.

 

En el momento en que se generó la emancipación española por parte de Colombia, se llegó a un punto al cual siempre, cada era se ha recurrido, el bipartidismo; comenzó con el frente nacional el cual generó grandes pérdidas en cuanto a lo humano, de parte y parte, sin embargo, y llegando a la época de la constitución de 1886, se trató de llegar a un acuerdo para que, por medio de la elección popular, las personas eligieran a sus gobernantes, sin embargo, esa constitución tenía muchas falencias y debilidades en lo humano.

 

Posterior a la época de la violencia y del narcotráfico, se logró llegar a un estado de conciencia superior, en el sentido en que, se veló por los derechos humanos firmándose un 4 de Julio de 1991; sin embargo, esto no fue carta de garantía para que, tanto el bipartidismo como el problema con las guerrillas y las autodefensas llegaran a buen fin, sin embargo fue un gran avance en cuanto a lo que muchas personas deseaban: un país con más equidad.

 

De la misma manera en que existió el bipartidismo en el frente nacional, éste evolucionó en los paramilitares y la guerrilla, con ideales totalmente diferentes (Guerrilla con pensamiento de izquierda y comunista, y paramilitarismo con idea derechista y fascista) pero con una idea de nación distinta, fue así que bajo la batuta de Álvaro Uribe Vélez, se generaron las múltiples desmovilizaciones de paramilitares (Ejercitos que combatían, de manera clandestina, a los guerrilleros) sin pensar que, debido a ello se podía causar aún más caos e inconformismo con el gobierno central, debido a que, aunque los paramilitares generaban cierto confort en algunos sectores políticos y sociales, generaban descontento en otros, causando masacres y debacles sociopolíticas.

 

Luego de la debacle de la zona de distención (Gobierno de Pastrana) y de unos acuerdos más llenos de permisión por parte del estado en ciertos sectores geográficos que de reales convenios entre el gobierno central y la guerrilla de las FARC, llega la mano dura del gobierno de Uribe generando una nueva bipartición política, ahora no entre liberales y conservadores sino entre quienes apoyan la destrucción de las guerrillas por medio de la violencia y quienes desean un acuerdo de paz para la liberación de secuestrados políticos y  militares que, en ese momento tenía las FARC, el ELN y las BACRIM luego de la desmovilización de las AUC (Autodefensas unidas de Colombia).

 

Es así como diversos partido políticos surgieron en las últimas dos décadas, los cuales están a favor o en contra de terminar el conflicto armado, generado por una incompetencia estatal, por fuerza armada o por diálogos; es así como Juan Manuel Santos logra la presidencia de la república de Colombia con una idea contraria a la de Álvaro Uribe Vélez, la cual es un acuerdo al conflicto armado para, de acuerdo a ello, lograr una sociedad Colombiana con mayor equidad, y con menos violencia tratando de sacar adelante espacios más humanos como lo direcciona la constitución de 1991.

 

Es importante que el estado esté presente en todos y cada uno de los estadios del país, es decir, que no sólo esté en la garantía de lo social con fuerza pública sino que también esté en lo social, que trate de generar una equidad real y no una falsa igualdad la cual nos pintaban nuestros libertadores de aquella hegemonía española; que todo sea en pro del porvenir de nuestra sociedad, de nuestras instituciones y de nuestro bienestar.

 

BIBLIOGRAFIA

 

1.  GONZÁLEZ, Fernán. Poder y violencia en Colombia. Odecofi-Cinep, 2014.

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