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El régimen de la Colombia liberal 1930 - 1945

 

En los años de 1930 se dio inicio a lo que fue el régimen liberal iniciado con el presidente Enrique Olaya Herrera, el partido liberal, específicamente en Antioquia, promulgaba ciertos ideales para la nación que buscaran una mayor equidad: “Por medio de disposición constitucional debe limitarse el acaparamiento de la riqueza. Por muchos años en Colombia no debe permitirse a una sola persona, el poseer capital mayor de cien mil pesos: a una sola familia ser dueña de más de cien mil pesos por cabeza, ni a entidades algunas de carácter privado el tener más de cien mil pesos por socio” (Ayala, C. 2007. Pg 132).

 

En el régimen liberal que inició en los años treinta con Olaya Herrera, en 1934 con López Pumarejo, 1938 con Eduardo Santos, 1942 con el segundo mandato de López y por último en 1945 con Alberto Lleras Camargo, donde se adelantaron importantes reformas como la de 1936, donde se hicieron leyes que promulgaban diferentes reformas:

 

“El texto final de la reforma, de 35 artículos, modificó disposiciones constitucionales sobre diversos temas: límites geográficos, división territorial, funcionamiento del Congreso, régimen de propiedad privada, ciudadanía y educación, entre otros. Forma parte de lo que se conoce como “el reformismo lopista”, una serie de iniciativas desarrolladas durante el gobierno de este presidente liberal entre las cuales se cuentan también la Ley 200 de 1936 (conocida como “ley de reforma agraria”), una reforma tributaria, y una iniciativa general de reforma del sistema educativo colombiano. El foco de atención está puesto sobre las políticas sociales en la reforma, a sabiendas de que éste es sólo uno de los muchos aspectos que allí se vieron involucrados”[1].

Se buscaba así lograr un Estado más modernizado sin incurrir a la total liberación de éste con la iglesia católica, se apoyaba más en la perspectiva liberal, una posición moderada. Se buscaba ser caracterizado como para ser guiado a los intereses y demandas de los sectores productivos del país.

 

En una primera instancia el partido liberal, a pesar de haber perdido las elecciones presidenciales, en 1931 logró vencer a sus contrincantes en la puesta el congreso, donde los conservadores ganaron 31 puestos para el senado, mientras que los liberales obtuvieron solo 25. De igual forma, los conservadores se aprovechaban de sus nexos con la iglesia católica para poder generar una mayor recolección de votos para las votaciones de la cámara de representantes; el conservatismo buscaba una vez más ser dueño de la patria a costas del juego sucio contra los liberales.

 

Todas aquellas personas que se abstuvieran de votar, que lo hicieran por un candidato que no estuviera bajo las creencias de la religión católica, cometerían pecado. Se tenía dentro del imaginario de los creyentes que todo aquel que apoyase ideas de índole liberal, estaría apoyando a un partido maldito; en contra de las leyes de Dios:

 

“La obligación de dar voto a una república como la nuestra, urge con justicia lega l a todos los que tienen e l derecho de votar y obliga bajo pecado mortal a todos aquellos por cuya abstención se teme prudentemente que se elija u n número o insuficiente de buenos católicos para trabajar por la fe y por la patria” (Ayala, C. 2007. Pg 137).

 

El partido conservador promulgaba a la agricultura como era la base de la economía nacional: Se trataba de favorecer la producción nacional frente a la extranjera, haciendo pagar impuestos por la importación de productos extranjeros y favoreciendo a los nacionales con medidas especiales como bajas tasas de precio para los colombianos y disponibilidades para que quienes trabajaran las tierras tuvieran una menor tasa de interés: en esto consistió el proteccionismo.

 

A pesar de el rotundo conflicto que tenían los conservadores hacia los liberales, se logró un punto en el que éstos velaban por un cambio en el manejo de tierras y unos mecanismos que mejoraran la agricultura como principal industria nacional, al igual que la posibilidad de que aquellas personas que estuvieran dentro de este medio dispusieran de las herramientas y conocimientos necesarios para lograr un mejor desarrollo; en aras de mirar hacia el futuro , y sin perder sus estatutos como partido, promulgaron una serie de proyectos que dieran una mayor inclusión al pueblo colombiano tanto en temas económicos, como en temas de salud y protección.

 

“Se salía de una elección y el país se introducía a la siguiente, como si el sentido de la colombianidad, de la identidad nacional pasara tan sólo por allí. La política lo era casi todo. Poco espacio al poco esparcimiento. De fútbol nada se reportaba, ni existía. El cine, sí, empezaba a ganar espacio. Había campo para las letras, aunque también eran devoradas por la política que, aunque dramática y trágica, constituía el deporte nacional, el mayor espacio para la recreación” (Ayala, C. 2007. Pg 146).

 

La quiebra del régimen conservador fue generando en diferentes lugares de Colombia, brotes de muertes y de Violencia, a pesar de que el partido conservador poseía una gran cantidad de apoyo, sus métodos y discursos para convencer al pueblo colombiano generaban una disputa entre creencias que, como se ha visto con el apoyo católico al partido, produce una animadversión entre quienes apoyan a liberales y quienes apoyan conservadores. Todo a causa de los encargados de la violencia como recurso para derrocar al liberalismo, difamarlo, y llegar al poder: “los leopardos”, Eliseo Arango y Camacho Carreño.

 

Sin embargo, fue en el periodo de 1933 y en las diversas elecciones de ese año, en que los liberales dieron un ultimátum a los conservadores proliferantes, a través de la violencia y la corrupción que culminaron con una mayoría de votos en el país por parte del partido liberal y sus adeptos.

 

Tantos años de lucha entre conservadores hacia liberales, debido a la injusticia que estos tenían en cuanto a la nueva proliferación de su partido y sus ideas, generaron que se llegara a un punto irreversible, el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán en 1948, el 9 de abril ocurrió el Bogotazo, que desembocó en una Bogotá devastada por los enfrentamientos, calle a calle, entre partidarios liberales y conservadores, entre el Estado y los alzados en armas, entre los saqueadores y quienes trataban de recomponer el orden de una ciudad. Tras varios días de revueltas quedaría el pavoroso saldo de cerca de 3.000 personas muertas o desaparecidas y más de 146 edificaciones destruidas, sobre todo, al centro de la ciudad.[2]

Si bien hubo grandes cambios durante el periodo en que la hegemonía liberal fue la líder del país, se debe tener en cuenta que también fue una etapa en que la violencia y la corrupción fueron proliferando poco a poco, un tiempo en el que la política estuvo enmarcada en una lucha sucia entre contrincantes. El país logró grandes cambios en materia de reformas constitucionales que permitían a los trabajadores agrícolas una vida más justa, un dominio del pueblo, una menor concentración de poderes. Tanto los pro como los contra de este ciclo, se debe tener en cuenta que fue un proceso que marcó la historia de Colombia hacia un Estado más moderno, sin embargo, los métodos a través de los cuales se buscaban estos ideales, no fueron totalmente “limpios”, la sangre de varios colombianos fue derramada en pro del cambio, y esto fue poco con lo que sucedió después de 1948.

 

[1] Botero, S (2006). La Reforma Constitucional De 1936, El Estado Y Las Políticas Sociales En Colombia. Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura No. 33, 2006, pp. 85-109. Tomado de: http://www.bdigital.unal.edu.co/14332/1/3-8216-PB.pdf

 

[2] De Urbina González, A., & Pantoja, F. Z. (2009). Impacto de El Bogotazo en las actividades residenciales y los servicios de alto rango en el centro histórico de Bogotá: Estudio de caso. DEARQ: Revista de Arquitectura de la Universidad de los Andes, (5), 152-165.

 

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